Proclama mi alma La Grandeza del Señor, y se alegra Mi Espíritu en Dios mi Salvador.


Dando gracias por se Elegida y ofreciendo a Dios esa y otras tantas satisfacciones.

Cada vez que oraba, vivía, sentía; era todo ofrecido constantemente a Dios.


Jesús, cuando amaba, predicaba; cuando oraba, 

en medio de la muchedumbre y la soledad,

en el dolor y la satisfacción,  

cuando curaba, sentía y perdonaba; todo era ofrecido a Dios.





Ofrecer lo mejor de vivencias cotidianas a Dios, en todo momento. 

Si no en el mismo momento, después cuando se pueda.


 Es lo más grande.

Hágalo y después pregúntese para qué sirve

Pida la compañía del Arcángel San Miguel y de Nuestra Señora.

El espíritu forma parte del ser humano. Todos tenemos el Don de Dios; 

sólo falta descubrirlo. Si aún lo lo ha hecho, inténtelo. Le dejará sorprendido